En un mundo donde la incertidumbre económica parece ser la nueva norma, la agresiva política arancelaria del gobierno estadounidense nos está obligando a replantear las estrategias financieras.
Durante finales de 2024 se hablaba de que venía un año de crecimiento, inflación a la baja y un mercado bursátil en auge, sobre todo en Estados Unidos. Sin embargo, la realidad ha sido muy distinta. Es sintomático de la incertidumbre que vivimos cómo el oro ha ganado protagonismo como activo y cobertura, debido a la expectativa de que los aranceles –y más aún, una guerra comercial– impacten negativamente el crecimiento y eleven la inflación.
Los aranceles del gobierno estadounidense, especialmente los generalizados del 25% a México y Canadá, pueden provocar grandes trastornos. Por ahora, solo han sido pospuestos, mientras la nueva amenaza de implementar tarifas recíprocas a nivel global subraya la complejidad en la que puede caer el comercio internacional.
Imaginen tener que aplicar tarifas diferentes para miles de productos y multiplicado por 150 países: la tarea es enorme y sus efectos pueden ser muy variados.
En Canadá, una encuesta de KPMG revela que el 88% de las grandes empresas ya ha desviado ventas a otros mercados o considera hacerlo, y el 44% ha reconfigurado sus cadenas de suministro. En México, un análisis de BBVA destaca que más del 83% de las exportaciones va a Estados Unidos, con una elasticidad de precio conjunta de 0.67, así que, si se aplicara un arancel del 25% durante buena parte del año, el PIB podría caer al menos un 1.5%, y este escenario también perjudicaría a Estados Unidos.
En las empresas es muy importante considerar las disrupciones en la cadena de suministro. De entrada, los procesos aduanales podrían verse afectados, generando retrasos y mayores costos en la importación y la exportación de bienes.
No sorprende que, cada vez más, la planeación de escenarios se posicione como la prioridad número uno para los responsables financieros.
Además de la incertidumbre sobre la aplicación y la duración de los aranceles, es fundamental considerar cómo estos cambios afectan el flujo de efectivo y la estabilidad de los tipos de cambio. La presión sobre las divisas, producto de una mayor volatilidad en el comercio internacional, puede traducirse en costos imprevistos y dificultar seriamente la planificación financiera.
Este enfoque no solo protege a la empresa, sino que también permite aprovechar oportunidades en medio de la volatilidad, transformando la incertidumbre en un motor de mejora continua.