Los conflictos de hace años siguen –Ucrania, Medio Oriente–, pero ahora se teme más a las disrupciones de la segunda presidencia de Donald Trump. Sobre todo, la amenaza de aranceles que podrían detonar una escalada de represalias y guerra comercial, sobre todo con China, sin que otras economías estén libres de riesgos. Ni el mundo del trastorno de las cadenas productivas internacionales, más volatilidad en los mercados, lo mismo en divisas que en flujos de inversiones, e inclusive, de un reavivamiento de la inflación por todo ello.
Lo constante es la alta incertidumbre. Y con ésta, la necesidad, para naciones y empresas, de resiliencia: apuntalar una nave segura para navegar en estas aguas inseguras y cambiantes.
La elevada inflación que siguió a la recesión/rebote de la pandemia todavía concentró la atención en buena parte de 2024, con las altas tasas con que los bancos centrales trataron contenerla, lográndolo en gran medida, y sin que la medicina de encarecer el crédito provocara una recesión. El famoso soft landing. Ahora vendría el alivio de los recortes, pero nuevos retos y riesgos ensombrecen el escenario.
Por lo pronto, según el último Informe de Perspectivas del Fondo Monetario Internacional (FMI), tras un máximo de inflación mundial de 9.4% anual en el tercer trimestre de 2022, 2025 iniciaría con un 3.5%, ya abajo del nivel promedio entre 2000 y 2019. En sus últimos pronósticos, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) apunta a que las economías del G20 cerrarán 2024, en promedio, en 5.4%, y 2025, en 3.3%, desde 6.1% de 2023.
Respecto al crecimiento mundial, el FMI proyecta 3.2% en 2024 y 2025, 0.1% abajo de 2023, igual que la OCDE. El último Informe de Estadísticas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en esa línea, confirma una mejora en el comercio, que crecerá este año 2.7% y 2025, 3%; muy favorable, tras la caída de 1.1% en 2023.
Eso sí, con importantes contrastes. Siguiendo al FMI, Estados Unidos, mejor que otros: 2.8% este año, sólo 0.1% abajo de 2023, y 2.2% 2025, a medida que el gasto fiscal se comprime y el mercado laboral se enfría. Nada mal. Compárese con México: 1.5% en 2024, tras el sólido y preelectoral 3.2% en 2023. En 2025, solo 1.3%, con la necesaria reducción del gasto público para bajar el déficit que terminaría el presente año en casi 6% del PIB, récord de dos décadas.
La Eurozona: de 0.4% en 2023 a modestos 0.8% en 2024 y 1.2% en 2025, con demanda interna más sólida, cierto aumento de salarios reales, y, con la relajación monetaria, más inversión. China, sin poder crecer como antes, a pesar de más incentivos, y con riesgo de mayor desaceleración por el antagonismo con Estados Unidos: por lo pronto, de 5.2% en 2023 a 4.8% en 2024 y 4.5% en 2025.